Aquel frágil bajel que me ofreciste.
Llevaba escondido en su quilla,
afables trinos marineros
y una dulce flor sin espinas.
Y cuando a la mar nos embarcamos
quedó demostrada tu mentira.
Tu arrojo eran solo palabras
que el viento dulcemente deshacía.
Desde entonces vivo en el desierto
donde mis sábanas quedaron mojadas.
Más a salvo, quedó mi intelecto.
Y la paz, la paz anida, en mi alma.
be bj
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