La luna tuvo su eclipse.
Ocultándose del sol.
Era tan honda su pena,
Qué en sollozos estalló.
La tierra que era su amiga,
a ocultarse la ayudó,
para que llorara a gusto.
Sin que lo supiera el sol.
Lo amaba como a nadie,
no solo por su voz.
¡Era su gesto dulce!,
de ternura. ¡Sí, señor!
Más, solo lo contemplaba,
desde lejos con candor.
Y jamás lo alcanzaría,
porque su barco ya zarpó.
Pasado aquel eclipse,
volvió al cielo con su luz.
Rayito de luna triste
Caricia del corazón.
be bj
octubre2014
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